sábado, 21 de mayo de 2011

Kit

Si no lo hubiesen tirado a la calle, hoy Kit seguiría conmigo. Hoy podría jugar con nosotras o con cualquier otra familia que lo ame. Hoy, en cambio, estoy llorando y sufriendo porque siento que se llevaron un pedazo inmenso de mi corazón.


La gente que arroja animales en la calle no es gente.


Porque no piensa en el daño que le hace a los animales. No hace falta mencionar el daño físico, solo el daño psicológico es tremendo.


Imaginen por un segundo que sus padres, abuelos, tíos, etc. los abandonan en un lugar desconocido con falsas promesas de un paseo divertido y los dejan a un costado de la calle o envueltos con todos sus hermanitos en una colcha. Imaginen la ilusión, la esperanza, la desilusión, el dolor que sentiría.


Eso es lo que siente un perro o un cachorro cuando lo abandonan.


Eso es lo que le hicieron a mi Kit.


Seguramente lo separaron de su mamá y lo tiraron por ahí. Tuvo la buena suerte de encontrar a alguien, una persona de verdad que quisiera ayudarlo, y así llegó a nosotras.


Estaba tan feliz de poder ayudar y hacer feliz a ese pequeñín que había sufrido tanto. "Con nosotras vas a ser feliz" le prometí el primer día. Y esa noche me quedé un rato largo despierta para asegurarme de que no le pasara nada malo. Quería cuidarlo.


Me angustié tanto cuando se enfermó. Me mentía a mi misma de que no era nada, que iba a estar bien...


Y no perdí la esperanza cuando el doctor me dijo que era moquillo, una de las enfermedades más mortales. "Viví, por favor, viví. Con nosotras vas a ser muy feliz, te lo prometo" le repetía mientras día a día lo llevaba a que se pusiera las vacunas.


Y mejoró. Nos seguía moviendo la cola cuando llegabamos, aunque se cansara, quería que supieramos que seguía luchando.


¿Por qué no lo llevé antes? ¿Por qué me seguía ilusionando en vano? ¿Por qué no quise ver que estaba empeorando?


Solamente un fin de semana costó para que empeorara. 


Lo llevé un miércoles y el doctor dijo que no prometía nada.


Yo seguía con esperanzas. Esa tardé me dormí a su lado para calmarlo. Seguía repitiendo "Viví, por favor Kit. Vas a ser muy feliz, por favor".


Lo internamos y creo que eso lo puso peor. Porque sintió que lo abandonabamos de nuevo. Lo quería a mi lado. No me podía dormir si no me aseguraba que respiraba, como el primer día.


Mejoró de nuevo. Había comido y empecé a imaginarme el festejo que haríamos cuando estuviera mucho mejor.


El sábado fue fatal, y el domingo lo llevamos para saber cómo seguir.


Esperaba lo peor, pero lo acallaba con mis esperanzas.


Nunca esperé que esa fuera la última vez que lo tuviera en mis brazos, que lo amenazara con comerme su oreja, que le bailara para entretenerlo, que le dijera "Te amo Kitty".


Murió ese lunes, porque sus pequeños pulmones estaban fallando, porque no pudo más. Lo que me mata es que haya muerto solito, yo quería besar su patita una última vez, decirle que iba a ser feliz una vez más, decirle te amo y agraderle por tanto amor.


Nunca quiero olvidarme de los pocos días que pasé al lado de Kit, quiero grabarlos en mi memoria con fuego.


Quisiera verlo una vez más, para saber que está bien, y saber si esos últimos días de su cortita vida fue feliz, si se sintió amado... Ahora seguro es feliz con mi hermanita, jugando en el cielo, como me dicen todos.


KIT PUCHINI BAZÁN CARBALLO 16-05-11


¡TE AMAMOS!

No hay comentarios:

Publicar un comentario