miércoles, 13 de abril de 2011

8 Meses para los benditos 18

El reloj en la pared de mi habitación me recuerda que mi cumpleaños número 18 se encuentra a la vuelta de la esquina - una esquina que voy a tardar 8 meses en cruzar.
Es extraño. Sigo sin acostumbrarme a los tan temidos 17 y la vida me avisa que tengo casi 18. Una vida que tiene la voz de mi mamá, porque ella no pierde la oportunidad para decirme "Qué grande que estas".


Todavía me acuerdo de cuando tenía 5 años y todo era mucho más fácil, porque nadie me apuraba para saber quién quería ser. Como mamá o como papá, todos me preguntaban. Ahora solo escucho "¿Qué vas a seguir el año que viene?"


Si de verdad quisieran saber, no les gustaría para nada la respuesta: "No sé"


Antes dependía de quién estuviera presente. Si estaba mamá, entonces yo quería ser como ella. Y si estaba papá, yo quería ser como él.


Hoy, no quiero ser como ninguno. 


Quiero ser como los dos. Sacar lo mejor que me dieron y guardarme lo malo.


Pero es todo lo que sé.


Espero que el reloj que suena todos los 13 a las 5 de la tarde me deje un tiempo más para acostumbrarme a los 17, antes de apresurarme para que me acostumbre a los 18.

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